Por: Arturo
Ruiz, El Súper Cívico
Llego el momento en que al valle nacional, llego un lobo, aulló tan fuerte que todos lo voltearon a ver… ese lobo proclamaba que ya era tiempo de dejar atrás el tiempo de los carroñeros y depredadores de los más débiles… hablo de nuevos ciclos y de renovación en las formas de vida.
En su desesperación, las hienas azules y los
chacales rojos, decidieron unirse para continuar con sus hábitos de
depredadores y carroñeros. Y para ello consideraron que lo mejor sería generar
una ola de terror entre los demás integrantes de la comunidad para no poner en
riesgo su estatus de vida.
Y así caminando entre su propio estiércol y
con los morros de sus hocicos aun sangrantes por las victimas de su terrorífico
sistema de corrupción e impunidad, decidieron colocarse una máscara de víctima
y lloriquear de forma tan lastimera, que conmoviera a todos advirtiendo del
peligro mayor de que un lobo fuera quien reinara en sus tierras.
Gritaron desgarrándose sus vestiduras
señalando al lobo como un comunista come niños y que en caso de ganar la moneda
nacional se devaluaría y las inversiones extranjeras saldrían del valle para
siempre. Generando desempleo e incertidumbre.
Aun con la carne putrefacta en la comisura de
sus labios, procedente del tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito de
sus gobernadores corruptos, señalaron con dedo de fuego sobre el riesgo de que sus
opositores reinaran en el valle, debido a que la delincuencia podría
desbordarse ante nuevos gobiernos, aceptando de facto, que los delincuentes y
ellos, han pactado por años, el reparto de territorios de vidas y plazas…
Ellos, los chacales rojos y las hienas
azules, consideraron que la mejor cortina de humo para tapar su reinado de
sangre, de fosas clandestinas, de desparecidos, de casas blancas y ranchos
multimillonarios, de obras públicas entregadas a compadres, socios y
familiares, era unirse para llorar cual plañideras por el riesgo de la nación,
ante un lobo con piel de oveja que anunciaba tiempos nuevos.
Y así, amarraron sus colas, unieron sus
pestilentes hocicos y pactaron un nuevo reparto del botín nacional, comprando
conciencias de amarillos mastines dóciles y ambiciosos, para atacar al lobo
solitario y adquiriendo plumas y voces de periodistas mercenarios para infundir
temores ante el cambio.
Corrieron simulando temor y gritando a todos
los puntos cardinales de la rosa de los vientos… que tuvieran miedo ante los
cambios… que no creyeran en tiempos nuevos… que es mejor la corrupción
conocida; el narco estado; las ejecuciones sumarias y la desaparición de
personas, antes que abrir la puerta a quien amenazaba con la justicia a los
ladrones y traidores a la patria.
Y así, se escucha hoy por las radiodifusoras
al Presidente Nacional del PRI y al del PAN cantando al unísono una misma
melodía en donde cual juglares del medioevo infunden temores contra el cambio,
señalan de corrupto al tercero en discordia olvidando que ellos están inmersos
hasta el cuello de actos de corrupción, nepotismo y barbarie.
Enrique y Ricardo cual cómicos mediocres,
cual patéticos actores de opereta y en papel de mártires de la democracia, se
tiran al piso advirtiendo del peligro de Andrés. Porque él no es parte del
sistema, porque el también recibe dinerito de sus allegados y porque es amigo
de Venezuela, país en donde hay desabasto, pobreza y más de 100 muertos… cuando
en México, más de 60 millones viven en la pobreza, más de 20 millones en pobreza
alimentaria y en donde en lo que va del año han muerto en el país más 5 mil
personas de forma violenta.
¿De qué nos hablan Enrique y Ricardo? ¿Por
qué están tan atemorizados los Chacales Rojos y las Hienas Azules?
Yo pienso que están aterrorizados ante el
despertar de un pueblo y no tanto por el aullido del lobo… ¿O no?
Cinco años han pasado de éste escrito cuando lo leí por primera vez. Sigo pensando igual que la descripción tan acertada y aquí plasmada.
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