Por: Arturo Ruiz, El Súper
Cívico.
La brutalidad tiene múltiples
rostros, la hipocresía… muchos más. Hay un tipo de brutalidad que se basa en
los instintos más animales que aún subsisten en nosotros y que pueden aflorar
en momentos en que se pierde el autocontrol.
Es brutal una agresión de una
persona a otra en momentos de ira, es brutal la violencia ejercida en los
linchamientos contra presuntos transgresores por parte de una turba, es un acto
brutal cuando un adulto lastima a un menor y es brutal un gobierno que tortura,
que engaña a sus gobernados y que los condena a vivir en la pobreza, mientras
asegura salarios millonarios y privilegios para la clase política gobernante.
Pero la hipocresía suele ser
tan letal como la brutalidad, con la variante de que se sustenta en estrategias
sofistas y en retorica demagógica, para engañar con base a interpretaciones
históricas o filosóficas e incluso en representarse como el salvador de la
sociedad, cuando en realidad se es el verdugo de la misma.
La hipocresía como estrategia
de engaño masivo por parte de algunos políticos, es una grosería cínica y
desprovista de toda moral pública o individual, porque no puede justificarse el
afán de controlar el poder, a través del engaño y la mentira que son inherentes
a una actuación hipócrita.
Por ejemplo, recordemos que
para Maquiavelo el Estado y cualquier organización humana sujeta a la acción
política, se basan en leyes coercitivas y acciones sancionadoras a cargo de
líderes investidos de autoridad con capacidad y determinación de asumir el
mando y las responsabilidades que esto implica. Y lo hace porque no hay quien
más lo haga, por miedo o prejuicios morales.
Sin embargo, el mismo
Maquiavelo señalo que la fuerza del poder es endeble cuando se depende de un
solo individuo y que, por tanto, el líder debe tener aparte de la fuerza y el
control de los opositores, una base moral sustentada en virtudes individuales.
Y hoy, la clase política
gobernante o privilegiada, está recurriendo a la hipocresía, al autoritarismo,
a la calumnia y al engaño con tal de conservar sus privilegios.
Por tal razón vemos como sin
recato alguno el PRI Gobierno presiona y controla a los órganos y tribunales
electorales, como usa los recursos y el dinero público para influir en el
electorado y como el PAN y el PRD, que le dieron gobernabilidad, se disponen a
un maridaje entre un rancio y avinagrado brebaje de una izquierda trasnochada y
un pan enmohecido por la corrupción de la derecha.
Y todo con la justificación
de debilitar a un adversario incomodo, pero argumentando como base para dicho
maridaje el sacar al PRI de los pinos.
¡Pero si ellos ya estuvieron
ahí, ya gobernaron este país! Y el PRD que creció electoralmente con las
figuras de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y de Andrés Manuel López Obrador, dice
ahora que es preferible esta alianza entre azules y amarillos para aglutinar el
voto opositor y darles opciones a los ciudadanos que le “temen” a MORENA y a
AMLO.
¿En ese discurso
justificador, los perredistas olvidan acaso que fue en el gobierno de Fox cuando
despego la frivolidad y corrupción de los panistas? ¿Olvidan los miles de
asesinatos y violaciones a los derechos humanos cometidos durante el gobierno
azul de Felipe Calderón?
Algunos “pensadores de la
izquierda entreguista” del PRD, incluso se atreven a sustentar esa alianza, con
el argumento de que las ideologías y principios políticos ya no tienen razón de
ser.
Que la lucha ideológica ya no
tiene razón de ser. ¡Y que ahora, lo más importante es la práctica y la
determinación política sustentada en los acontecimientos actuales!
Parecen olvidar que incluso
el “Padre de la Teoría del Fin de la Historia y muerte de las ideologías”
Francis Fukuyama, estableció condiciones y límites a esta muerte de las
ideologías.
Las condiciones serian la
estabilidad económica, el mercado libre, el empleo y una sociedad satisfecha
con su estado de vida.
Y como límite, para que todo
lo anterior sucediera en el marco de un modelo económico neoliberal y
globalizador, Fukuyama señalo que: “… es fundamental que existan libertades
políticas y se eviten los gobiernos autoritarios o represivos”. "Si el
presidente roba no hay confianza en ese país; la sociedad civil debe
organizarse, deben fortalecerse los partidos políticos, las organizaciones
sociales, laborales y sindicales; la economía debe funcionar sobre valores
éticos; y debe abrírsele paso al capital social, para que la fuerza laboral
participe en forma más completa y adecuada en el proceso productivo".
Y entonces, cabe preguntarle
a los perredistas y panistas que hablan de su potencial alianza con base a
decisiones pragmáticas y la muerte de las ideologías si esas condiciones
existen.
Y ellos saben que no, que en
realidad pretenden aliarse con el objetivo de repartirse un botín y sobrevivir
dentro de un sistema partidista y un modelo de gobierno carcomido por la
corrupción, la simulación y la ineficacia… para continuar medrando con un
gobierno que ejerce la brutalidad y la hipocresía.
Pero en fin que con su pan
azul con mostaza amarilla se lo coman… ¿O no?
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