Año II, Tomo II, Época II,
Número 109, Edición del 16 de septiembre de 2017.
PÓLEMOS. Columna
que hoy se ciñe las alpargatas y la boina de los antepasados pontevedranos,
entonando una sentida cantiga galega, con todo y gaitas, brindando con sidra
asturiana por la sobrevivencia de España.
Cataluña ¿Independiente?
En estos días se está debatiendo el estatus de los catalanes, que por la crisis, la continua inmigración y por diversos factores económicos, políticos e históricos ha venido fermentando desde hace siglos la idea autonomista. Si nos remontamos a la alta edad media, veremos que al separarse la llamada Marca Hispánica de su patria original –Provenza- al sur de Francia, de la que la alejaban los Pirineos, los catalanes -por entonces solo un condado de la antigua Provenza-, intentaron consolidarse como una entidad autónoma la que -ya libre del lazo con los francos- veía con temor creciente el avance de los castellanos marchando en su guerra contra los moros hacia tierras del Levante, lo que los Condes de Barcelona veían con más recelo que a los mismos moros, quienes -paradójicamente- eran vistos por los catalanes como un colchón contra el expansionismo castellano en el siglo XI. Desde luego que eso queda evidenciado cuando el castellano Rodrigo Díaz de Vivar -El Cid- llamó en su auxilio al Conde de Barcelona, para la defensa de Valencia, en manos del Cid- y que los moros querían recuperar, petición desoída por el Conde. Valencia se mantuvo en manos castellanas, pero El Cid pagó con su vida. La viuda aguantó un tiempo más, pero sin auxilio de otros reinos o señoríos cristianos, pronto hubo de restituirla a los moros. Las viejas rencillas dejan secuelas. Para el siglo XV encontramos a Cataluña absorbida por el pujante reino de Aragón y cuando el Rey Fernando casó con Isabel de Castilla, se selló el destino del orgulloso condado y para el siglo XVI y hasta la fecha, forma parte de la España unificada. No ha de olvidarse que España surgió de la amalgama de una serie de reinos y señoríos, aglutinados en diferentes épocas a partir del siglo IX. Asturias, Galicia, León, Navarra y el País Vasco, Aragón y Andalucía. A Cataluña se la englobaba junto con los aragoneses. Así podremos entender el creciente conflicto en tan abigarrado mosaico. Ya en siglo XX, la industrializada Barcelona mostraba un espíritu liberal y progresista en tanto que el resto de España -a excepción de las Vascongadas- seguía siendo una sociedad más centrada en la agricultura, bajo la férrea mano de la Iglesia ultra conservadora y una casta de políticos de la más rancia monarquía. Hubo elecciones y triunfó la república. Durante este período, los intelectuales catalanes prosperaron. Surgieron diversas organizaciones obreras, muchas de ellas comunistas, socialistas y anarquistas. Francisco Franco fracasó a mediados de los años treinta al intentar dar un rápido golpe de estado, y apoyado por la Iglesia, los conservadores y gran parte del ejército, dieron origen a la más sangrienta y desgarradora guerra civil, de la cual el último bastión de la acosada república lo fue Barcelona, ofreciendo una tenaz resistencia al asalto final de las fuerzas fascistas de Franco. Vencida la república, el régimen del triunfador se ensañó contra los catalanes, suprimiendo las libertades que la extinta república les había otorgado, prohibiendo el uso del català como lengua de empleo en público. Los bisnietos de aquellos defensores de valía, hoy le quieren cobrar la factura de 1938 a Su Majestad el Rey de España, proclamando la república, esta vez reducida a Cataluña, ya que -al fin y al cabo- el actual régimen monárquico es herencia directa de Francisco Franco. Polvos de aquellos lodos, aderezados con un resurgimiento autonomista del muy antiguo Conde Berenguer. ¿Qué solución hallará el actual gobierno conservador de Rajoy? Sepa la bola, pero España, al ceder ante el virulento y activo 40% del electorado pro independentista, vería resurgir algo similar en el país vasco y mucho ruido autonómico en el antiguo Al-Andaluz y em as terras de Vigo e Pontevedra. Mucho cuidado al mover sus piezas en el tablero señor Rajoy. Vale
No hay comentarios.:
Publicar un comentario