PÓLEMOS: Fox, negocios a la sombra del poder

Columna de análisis social, cultural, político y económico. Periodismo libre de un ciudadano con visión mordaz y a veces disparatada, de manera que te conmino a ti -lector o lectora amable- a que apliques el rigor de tu propio criterio.

Año II, Tomo II, Época II, Número 111, Edición del 19 de septiembre de 2017 

FOX, NEGOCIOS A LA SOMBRA DEL PODER. 
Es el nombre de un libro cuyo autor responde al nombre de Raúl Olmos, que tras realizar un brillante ejercicio de investigación con el cual nos lleva de la mano para saber -si como lo parece demostrar con pruebas-, cómo fue que un ranchero casi en la quiebra, se elevó -junto con su familia política- de la precaria condición inicial, a la afluente, holgada y vociferante condición actual. Peccata minuta, dirá algún político de la vieja escuela para el que esto sería tan natural y quien a lo sumo, respondería que así es como funciona la maquinaria del sistema. Lo más triste es reconocer que en la situación actual nada ha cambiado a pesar la alternancia, situación vigente desde hace más de ocho décadas. El cómo ocurrió y otras minucias lo podrá usted leer en este interesante libro. Lo de menos sería decir "Uno más del montón..." pero resulta que Fox dejó pasar la gran oportunidad histórica para mostrar de qué madera estaba hecho el partido de Gómez Morín y así, llevar al país al ansiado sueño democrático -si bien conservador- de sus fundadores. Sueño guajiro. En lugar de eso, el poder corruptor del sistema probó cuán frágiles eran los azules propósitos, si alguna vez existieron, porque a partir del dos mil, todo quedó en el archisabido "¡Quítate tú para ponerme yo!" de lo más vulgar. Del presidente que le siguió, ni saliba gasto, porque su "triunfo" tiene un tufo enorme a un 'acuerdo' maloliente entre un PRI en franca derrota y un desaseado PAN desesperado y atemorizado ante la decepción profunda que dejó a la nación el primer "gobierno" azul. Si agregamos que según este libro, existe una carpeta abierta contra Fox en la PGR desde tiempos de Calderón, se entenderá por qué el de las botas terminó siendo porrista de Quique y más priísta que el más pintado. Vale.