Por Arturo Ruiz, El Súper Cívico.
¡Somos únicos, inigualables,
la raza de bronce, los orgullosos de nuestra tierra, de nuestras tradiciones,
alegres aun ante a muerte, le cantamos a todo y a todos, somos… mexicanos!!!
Y apreciando nuestra
idiosincrasia un político sonríe.
Asimilamos el narco a las
canciones y corridos, nos vestimos y hablamos como narquillos, nos embriagamos
siguiendo la moda en turno más si son chelas de marcas americanas, nos vamos a
dar el rol o de reventón, party o a los antros en turno. ¡Somos bien
chingones!!!
Y viendo a todos, un político
sonríe.
Nos apasionamos por la
selección, la final de la liguilla, la serie mundial, el béisbol del pacifico o
de liga nacional, sabemos vidas y pecados de los actores y actrices de la
farándula nacional e internacional, nos concentramos en la serie más comentada
y por supuesto que traemos o deseamos traer el celular más grande, más plano y
con más programas, aunque no sepamos usarlos… ¡Somos bien nice!!!
Y junto a esas modas y
gustos, desde su auto del año viendo a las multitudes, un político sonríe.
Y mientras tanto, de los
arboles caen las hojas, el viento silba mil y un melodías algunas inaudibles,
el agua, si la hay en abundancia, arrasa la tierra y sega vidas humanas, si no
la hay, mata de sequía y enferma por su ausencia. En el cielo las estrellas nos
cautivan, las nubes nos arrebolan, las aves nos cautivan con sus vuelos
libertarios como algunos de nuestros sueños.
Y en nuestros momentos de
abstracción, desde alguna lujosa oficina un político sonríe.
En las manos de una madre el
niño duerme, en los brazos de otra madre otro pequeño muere. Un amante llora,
otro sonríe al mismo tiempo como sonidos de una guitarra de inesperadas
armonías. El brillo en la mirada de una mujer aterrorizada, se opaca de pronto
ante la inesperada y violenta muerte a manos de un feminicida, en un galpón, un
hombre desaparecido, que fue levantado por la fuerza de algún lugar de México,
sufre la agonía de la tortura y el abandono, otro hombre en otro rincón de
alguna casa, también espera la muerte, ya impávido, resignado ante sus
verdugos. Una mujer llega a su casa y la encuentra saqueada, un policía
extorsiona a un ladronzuelo, un adicto a las drogas asesina a su abuela y otro
muere por sobredosis. Un perro deambula flaco, triste, sin dueño y defeca junto
a una carreta de tacos que disfrutan unas personas, saciando ligeramente sus
ansias de proteínas y grasas. Un búho canta y muchos indios mueren y otros son
despojados de sus tierras, otros indígenas y campesinos son desplazados por la
violencia.
Y en tanto esto sucede, en
una reunión sobre el futuro nacional un político sonríe…
En mi país, en mi estado y en
mi municipio algún político sonríe, sonríe ante todo, su mesa repleta y su
cuenta bancaria aumentando, mientras miles, millones de trabajadores se
angustian sin que les alcance el salario para los futuros tamales o pozole de
cerdo, que quieren tener en su mesa para las navidades.
México además de soportar la
pobreza de millones, está en inmerso en una sórdida guerra y sometido a la
corrupción, hay sangre en las calles, miles de fosas con miles de restos
humanos florecen por la extensa geografía nacional.
Y ante la propuesta de una
posible amnistía a los narcos, los medios pagados se rasgan las vestiduras, los
locutores se indignan, los militares se ofenden y los sonrientes políticos
tachan de loco y traidor a Andrés Manuel López Obrador.
Un gobierno que camina de la
mano con el crimen organizado, un gobierno pletórico de políticos corruptos, u
gobierno que mata de pobreza, marginación y abandono, se indigna, cuando ellos
permiten la violencia y quieren aplicar una ley para que la soldadesca pase por
encima de gobernadores, presidentes municipales y por encima de las garantías
constitucionales y derechos humanos de las personas. Esos que sonríen, ante
todo y ante todos.
En Baja California, una
mayoría panista se ceba sobre el pueblo, incrementa el cobro de servicios y
derechos, entrega la producción y administración del agua a manos privadas. Una
clase política empoderada ante la apatía de la mayoría de la sociedad se sirve
con la cuchara grande mediante jugosos salarios, compensaciones y dietas. Y
sonríen…
Yo me encabrono conmigo
mismo, con el pueblo y grito lleno de enojo, ante los fementidos que engañan al
pueblo, ante los canallas que abusan de los débiles y desamparados, ante la
soledad muda de los indigentes, ante los sueños robados a los jóvenes… grito y
mi grito no sirve de nada ate un pueblo que en su inmensa mayoría calla,
enmudece y cierra sus ojos o vuelve la mirada hacia una vida que no es la suya.
Y ante mi grito, los
políticos sonríen y el gobernador Kico se carcajea mientras se prepara para
saquear las arcas públicas llevándose el dinero del pueblo para él y para los
suyos. Meade se disfraza el priista y se paladea un triunfo para gobernar al
país de los sonrientes políticos y pueblo mudo.
México y Baja California
languidecen… la noche parece que llego para quedarse, dominada por sonrientes
políticos y dóciles y durmientes ciudadanos…. ¿O no?
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