Un hombre estaba caminando por la playa justo
después del mediodía en la isla canadiense Gabriola cuando se encontró con lo que parecía ser un pie humano
dentro de una bota de senderismo, informó la Real Policía Montada de
Canadá.
La bota se había atascado, precisaron las
autoridades en un comunicado.
Parecería un hallazgo macabro pero aislado, si
no fuera porque se trata del pie número 14 encontrado en las costas canadienses
en una década.
Hay, sin embargo, un elemento común a casi
todos -menos al último-: los pies están enfundados en zapatillas de correr.
Algunos
han vinculado los sombríos hallazgos a desastres naturales, como el tsunami de
2004, o accidentes de aviones o barcos en el mar. Desde luego, muchos
consideran que podrían ser obra de un asesino en serie o del crimen organizado.
La realidad es que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el origen de tan
espeluznantes apariciones.
El primer pie humano arribó a las costas de
la provincia Columbia Británica en 2007. De los 13, 8 han sido identificados
como pertenecientes a seis individuos, que murieron accidentalmente o por
suicidio, y sus pies se separaron de sus cuerpos durante la descomposición, de
acuerdo con el servicio forense provincial.
Los cinco pies por identificar pertenecieron
a hombres.
El decimotercer pie fue hallado en diciembre
de 2017 por Mike Johns, un hombre que paseaba a su perro a lo largo de la costa
sur de la isla de Vancouver. Estaba metido en un zapato junto con la tibia y el
peroné, encerrado en una media blanca y una zapatilla de velcro negra.
El servicio forense de la provincia luego
dijo que el pie pertenecía a un hombre del estado de Washington de 79 años que
había desaparecido y luego fue hallado muerto. La investigación está en curso.
En casos anteriores, la oficina forense
provincial señaló que ninguno de los pies mostraba signos de trauma.
Andy Watson, portavoz del Servicio Forense de la
provincia, dijo en diciembre pasado que “no hay ninguna razón para pensar que
[los diferentes pies] estuvieran conectados de alguna manera”.
El misterio sigue en pie, sin embargo, valga
el juego de palabras. ¿Por qué llegan esos pies a las costas canadienses? ¿Qué
fenómeno de las corrientes marinas o qué personas los empujan hasta ahí?
Mientras tanto, los canadienses comienzan a
acostumbrarse un poco a los extraños hallazgos, que no han sido desperdiciados
por los bromistas.
“Hemos tenido personas que ponen esqueletos de patas de
perro en zapatillas y las dejan en la playa”, le dijo Barb McLintock de la
oficina forense de la provincia a The Guardian en 2016. “Y hasta
alguien usó huesos de pollo viejos”.
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