La producción de bebidas, genera
más de 20 mil empleos directos y 85 mil indirectos.
México produce el 21 % de lo
importado en el mundo.
Impuesto recaudado por venta,
queda corto ante necesidades de salud.
Cirrosis hepática, enfermedad que
en mitad de casos es causada por consumo
excesivo de alcohol.
México es el mayor exportador
mundial de cerveza, al producir 21 % de lo importado, lo que implica que su
producción y venta generan cuantiosos recursos en impuestos para el gobierno.
Sin embargo, eso no se ha traducido en que los servicios de salud tengan
suficiente dinero para prevenir la adicción al alcohol y en atender las
principales enfermedades que provoca, como la cirrosis.
Un informe
elaborado por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas
(CEFP) de la Cámara de Diputados y publicado este 17 de julio revela
las disparidades entre lo recaudado y la inversión pública destinada a los
costos sociales del consumo de alcohol: mientras que el gasto en prevención es
mínimo, de 4 % de los impuestos obtenidos por ventas, el dinero de lo recaudado
se queda corto frente al necesario para atención médica, que es casi el doble.
Para 2018, el Presupuesto de
Egresos de la Federación (PEF) asignó al programa Prevención y Atención contra
las Adicciones 1,335 millones de pesos, una cifra que no es ni el 1 % del valor
de las ventas de cerveza que hubo en 2017 y apenas representa el 4 % de lo recaudado
por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
En cuanto al tratamiento de
pacientes con cirrosis hepática –enfermedad que en la mitad de los casos es
causada por un consumo excesivo de alcohol– el informe estima que en 2017 se
destinaron 63, 734 millones de pesos, un monto 1.8 veces superior a lo obtenido
del IEPS a cervezas y otras bebidas alcohólicas en ese mismo año.
El estudio advierte, no obstante,
que la solución no está en aumentar más los impuestos, ya que, por un lado, esa
medida no ha demostrado inhibir el consumo de alcohol y, por el otro, no es
recomendable afectar a una industria próspera.
Tan solo de cerveza, en 2017 el
país produjo 11.3 millones de litros, con un valor de 549,409 millones de
pesos, que significan el 4.8 % del valor total de la industria manufacturera de
ese año. Desde 2010, México se convirtió en el mayor exportador mundial.
La producción de bebidas, además,
genera más de 20 mil empleos directos y 85 mil indirectos (63 % de ellos
gracias al ramo cervecero), y entre 2015 y 2017 creó 3 mil trabajos.
“Esto hace de la industria de
cerveza y bebidas alcohólicas una de las más importantes en México (…) por
ello, se debe ser cuidadoso en buscar estrategias que permitan regular el
consumo, pero que a su vez, no desincentiven la producción o afecten su
competitividad a nivel mundial”, advierte el centro de estudios.
En 2017, el impuesto especial
cobrado por estas bebidas ascendió a 35, 008 millones de pesos, que es el 23 %
de lo recaudado por el IEPS No Petrolero, casi a la par de lo que se obtiene de
la venta de cigarros.
El IEPS es un impuesto que se
suma al pago de IVA e ISR, y que fue creado específicamente para productos que
dañan la salud. Un impuesto así es recomendación de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), que sugiere que fijar precios e imponer
mecanismos tributarios inhibe el consumo, sobre todo en personas menores de 20
años.
Sin embargo, el Centro de
Estudios de las Finanzas Públicas detectó que ese objetivo no se está cumpliendo,
porque en las personas de bajos ingresos la demanda de cerveza se ha mantenido
igual durante años, y en quienes logran un mejor sueldo el consumo gira hacia
bebidas de mayor costo.
“Si bien se ha logrado un avance
que permite captar recursos de esta actividad, dicha recaudación no ha sido
suficiente para cubrir los costos de salud pública que estos productos generan
para las finanzas públicas, y tampoco ha logrado reducir el consumo de cervezas
y bebidas alcohólicas que hoy en día afecta a la población en la edad más
vulnerable: los adolescentes y jóvenes”, sentencia el informe.
Por todo eso, recomienda a los
legisladores que para la prevención del alcoholismo y atención de sus
enfermedades se tomen medidas que no se enfoquen nuevamente en aumentar los
impuestos. Y retoma otras tres recomendaciones de la OPS: elaborar programas
para detectar e intervenir a tiempo en la población de riesgo; hacer cumplir la
edad mínima establecida por ley para el consumo de alcohol, mediante sanciones
más fuertes y mejores mecanismos de control; y estudiar la opción de que una
tasa fija de los impuestos recaudados en la venta de alcohol se destinen a
prevención y tratamiento del alcoholismo.
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