Sabemos que el
optimismo oficialista impregna el sexto informe de gobierno y refleja la
negación de una realidad que lastima a millones de mexicanos que viven en la
pobreza y en donde cientos de miles de personas viven en la incertidumbre a
causa del azote de la delincuencia y el crimen organizado.
Esta cámara de
diputados, conforme a los establecido en el artículo 69 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, ha recibido por escrito el sexto
informe de gobierno por parte del presidente Enrique Peña Nieto.
Lamentablemente,
este acto republicano de rendir cuentas por parte del Ejecutivo ante este Poder
Legislativo en donde reside la representación popular, se ha transformado en un
simple trámite, en donde no es posible que cada grupo parlamentario exprese de
frente al presidente, las consideraciones y el sentir del pueblo sobre el
estado que guarda la nación en los distintos ámbitos del quehacer público.
Esperemos que en
los próximos informes que tendremos por parte del gobierno que encabezará el
presidente electo Andrés Manuel López Obrador, podamos cambiar este formato
para interactuar en la entrega y recepción del informe de gobierno con el
Presidente de la República.
Sabemos de
antemano que el optimismo oficialista impregna el sexto informe de gobierno y
que se refleja la negación de una realidad que lastima a millones de mexicanos
que viven en la pobreza y en donde cientos de miles de personas viven en la
incertidumbre a causa del azote de la delincuencia y el crimen organizado.
En este último
informe del actual gobierno, pretende pintarnos una realidad que solo existe en
la mente y en los escaparates de una clase dominante, que no dudó en poner en
riesgo la soberanía nacional. Todo esto lo analizaremos en la glosa de este
sexto informe de gobierno.
Y en donde nuevos
millonarios resultaron de escandalosos actos de corrupción, tráfico de
influencias y de una clase política presupuestívora que no sació nunca sus
ambiciones, enriqueciéndose con el dinero público.
Estamos pues,
recibiendo el último informe de un gobierno y de una clase política agonizante
y por tanto, estamos próximos al fin de una etapa negra para la vida nacional.
Una etapa
caracterizada por baños de sangre en las calles de nuestras ciudades a lo largo
y ancho del país.
Una etapa en donde
el abuso se impuso a los usos y costumbres y propiedades de las comunidades
indígenas sometidas ante el interés económico de mineras extranjeras y de otras
empresas nacionales y trasnacionales.
Estamos siendo
testigos del ocaso de una clase política que gobernó de forma despótica para
unos cuantos y que laceró y condujo a la mayoría de nuestro pueblo a la
marginación, la pérdida del valor adquisitivo del salario y, por tanto, a la
pobreza.
Por eso la gran
mayoría decidió darle la espalada a los partidos tradicionales, por hartazgo de
los abusos y la insensibilidad de la clase política dominante.
El pueblo acordó
sepultar a los partidos antes mayoritarios, desde la desaparición de los 43
estudiantes de Ayotzinapa, después de la matanza de Tlatlaya, después del sismo
de 2017 que evidenció a un gobierno insensible e incompetente.
El pueblo decidió
no votar más por esos partidos después de conocerse los casos de corrupción que
iniciaron con la Casa Blanca del Presidente y los excesos de los gobernadores
azules, amarillos y tricolores.
Por eso la gente
votó por un cambio, por una esperanza encarnada en Andrés Manuel López Obrador
y por una nueva forma de gobernar con base en la transparencia, la austeridad,
la seguridad y la justicia social como ejes de todas las políticas públicas del
próximo gobierno.
La gente no votó
por una nueva mayoría política para continuar con la insana tradición en donde
las mayorías someten e imponen su criterio sin escuchar a las minorías.
Nadie es más que
nadie en este Poder Legislativo. La conciencia republicana y el espíritu
constitucional nos indica que es el pueblo quien detenta el poder real y por
tanto es al pueblo al que debemos representar en su amplia diversidad de
intereses y opiniones.
El Partido del
Trabajo como auténtica fuerza de la izquierda mexicana, va a retomar
compromisos adquiridos en la campaña por la mayoría de quienes hoy ocupamos un
espacio en esta Cámara y vamos a retomar también los compromisos hechos por el
Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador.
No vamos a
permitir intentos por elevar el precio de la gasolina, la inflación si se eleva
deberá combatirse reduciendo los impuestos que son lo que elevan
artificialmente el costo de la gasolina.
¡Se dijo no más
gasolinazos y eso se tiene que respetar!
¡Se dijo que el
Ejército y la Marina saldrían de las calles para regresar a sus cuarteles y eso
se debe cumplir!
¡Vamos a lograr
que se reconozca a los Estados de Baja California y Baja California Sur como
Zona Libre y con beneficios fiscales programados para la franja fronteriza!
Y sabremos
defender la soberanía de los Poderes Judicial, Ejecutivo y Legislativo.
También considero
necesario señalar que en los integrantes del próximo gobierno se denota
talento, pero también mucho tinte tricolor y muy poca tonalidad de
izquierda.
Eso nos llama la
atención porque la gente votó por la izquierda, y en ese tenor, hemos signado
un acuerdo legislativo puntual con MORENA y PES, pero nosotros como petistas no
firmamos cheques en blanco a nadie, porque nosotros somos críticos y creemos
que el único al que le podemos dar crédito total, es al pueblo de México.
Atentamente:
Dip. Armando Reyes
Ledesma
Ciudad de México a
primero de septiembre de 2018.
¡Unidad Nacional,
Todo el Poder al Pueblo!
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