Columna de análisis social, cultural,
político y económico.
Mamotreto insulso; lenguaraz y boquiflojo; órgano no noticioso. Voz endeble de
la obnubilada opinión de su autor. No apta para mentes colonizadas. Favor de no
tomarme en serio. Sale cuando se puede. Recuerden, escribo ‘cum animus
jocanti’, es decir, en broma de modo que, se han de guiar por sus propias
convicciones. Conste.
Viernes 31 de agosto de 2018 No. 411
Viernes 31 de agosto de 2018 No. 411
NO HAY PEOR TORMENTO QUE LA “DESAPARICIÓN”
Hoy es el Día Internacional de los Desaparecidos”. Estás obligado a hacer memoria.
Estás en Guadalajara. En casa de tus tíos-abuelos en el barrio aguerrido de Analco.
Hoy es el Día Internacional de los Desaparecidos”. Estás obligado a hacer memoria.
Estás en Guadalajara. En casa de tus tíos-abuelos en el barrio aguerrido de Analco.
Corre el año de 1950 y cuentas apenas con cuatro años. Los viejos disfrutan -y tú también- de un rico chocolate espumoso y de un pedazo ¡Ay, muy pequeño! de un exquisito “picón” del cual no dejas ni las morusas.
La tardeada, más bien merienda o entremés, era plácida y los tíos, sentados todos en la espaciosa sala, agradecen a doña Clarita -la dama sesentona o un poco más, que los atendía, cuando la mayor de todos ellos, la tía María, octogenaria, notó unas lágrimas rodar por las mejillas de la señora del servicio.
Enseguida le preguntó qué cosa le ocurría.
Clarita, bella dama de blancos y larguísimos cabellos hasta la cintura, respondió:
“Es que recordé a mi Manuelito, mi hijo, que desapareció cuando tenía apenas seis añitos. Fue durante la revolución. Entraban a Guadalajara los Constitucionalistas y en el alboroto, entre la muchedumbre, yo quería ver a don Venustiano. Solté al niño de mi mano por unos instantes y de improviso, se esfumó.
Desde entonces lo he buscado, no he perdido la
esperanza, pero aún hoy, casi cuarenta años después, lo lloro sin saber qué ha
sido de él y sin saber si tiene un pan para llevarlo a la boca.” Y guardó
silencio.
Con ojos azorados escuchaste aquel relato que se te quedó grabado. Hoy lo recuerdas. Al rememorar el dolor de aquella vieja madre; no puedes menos que condolerte de los cientos de miles de madres, esposas, hermanas o hijas de los desaparecidos en tiempos de Fox, Calderón o Peña Nieto.
Para todas ellas, un abrazo solidario.
Vale.
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