Por:
Katia Monteagudo
Ya
no parecen nada descabelladas las antiguas leyendas que cuentan cómo aves
gigantes devoraban niños. Un estudio acaba de demostrar cómo un
pequeño neandertal pudo ser engullido por una especie de pájaro depredador.
La
investigación, difundida en LiveScience, no precisa
cómo el infante fue a parar al sistema digestivo del pájaro gigante, pero sí
aclara que dos falanges de unos 115.000 años, encontradas en una
cueva de Polonia, junto con otros restos de animales, tenían múltiples
agujeros.
“Los
análisis muestran que ese es el resultado de pasar a través del sistema
digestivo de un ave grande”, aseguró Paweł Valde-Nowak, del Instituto de
Arqueología de la Universidad Jagellónica de Cracovia, en un comunicado sobre
los resultados de este estudio.
Los
paleontólogos no pudieron asegurar si el ave mató al niño neandertal o si encontró
o rastreó sus restos, pero sí están seguros de que sirvió de alimento, y
pudieron documentar “un primer ejemplo conocido de la Edad del Hielo”, precisó
Valde-Nowak.
Los
huesos miden de largo un tercio de pulgada y fueron hallados hace algunos años
en la cueva Ciemna, también conocida como cueva Ojcow. Sin
embargo, hasta ahora no se sabía cómo fueron a parar allí esos restos que
pertenecían a un pequeño neandertal.
Aunque las
falanges están muy deterioradas para realizarles pruebas de ADN, los investigadores
aseguran que pertenecieron a un niño de entre cinco y siete años.
Paweł
Valde-Nowak, quien detallará esta investigación en el Journal of Paleolithic
Archaeology, insiste en que no tienen dudas de que son restos
neandertales, porque provienen de una capa muy profunda de la
cueva, donde también encontraron algunas herramientas típicas de esta especie
de homínidos.
También
abunda sobre distintas hipótesis de cómo pudieron llegar esos restos a la
cueva. Es posible que los neandertales compartieran por temporadas
ese mismo espacio con animales salvajes.
En
Polonia, antes de este hallazgo, no había evidencias de restos más antiguos de
algún ancestro humano. Solo se conocían de la existencia de tres molares
neandertales que datan de 52,000 a 42,000 años atrás.
Según
Valde-Nowak, los neandertales probablemente aparecieron por primera vez en
Polonia, y en Eurasia en su conjunto, hace unos 300.000 años.
No
obstante, aún queda por saber qué tipo de ave pudo atacar y
comerse a un niño.
Aunque
esta investigación no lo precisa, un reporte Sarah Sloat en Inverse dice que hay
otros registros fósiles que demuestran que pequeños homínidos fueron comida de
pájaros.
Está
el caso del niño Taung, un Australopithecus africanus de 2.8 millones de años
encontrado en Sudáfrica en 1924 y reestudiado en 2006. Las marcas de pinchazos
debajo de las cuencas de sus ojos resultaron compatibles con garras de
águila.
Se
sabe que el águila coronada africana se alimenta de monos grandes que pesan
casi lo mismo que un niño humano. Por lo general, las aves matan a sus presas
en el lugar. Solo se llevan pedazos al nido.
Si
un águila similar fue la que mató al niño neandertal, eso explicaría por qué
solo se encontraron dos pequeños huesos juntos.
No
son pocas las historias que circulan sobre aves engullendo niños.
Investigadores han encontrado evidencias de que la leyenda maorí de Te Hokioi,
un águila gigante que arrebató a los niños, probablemente esté basada en una
especie real.
Todavía
hoy en Australia y Nueva Zelanda se investigan desapariciones de niños
atribuidas a grandes aves depredadoras.
Tomografías
computarizadas de los huesos del gran águila Haast, que se extinguió en Nueva
Zelanda hace unos 500 años, mostraron que era un depredador, no un carroñero, y
que tenía garras lo suficientemente fuertes como para perforar una pelvis
humana.
También
hay reportes, incluido uno a principio de este año, de que en Alaska
hay una especie de águila del tamaño de pequeños aviones. Es conocida
como Thunderbird. Pero realmente no hay evidencias de ese tipo de ave.
Aunque
ya ha quedado claro que no son cuentos de terror para niños: pájaros gigantes
pudieron devorar a un pequeño neandertal.
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