Seguridad Electrónica

Seguridad Electrónica
Su seguridad para nosotros es cosa seria

sábado, 9 de febrero de 2019

ELLA SOLO QUERÍA SER PRESIDENTA DE MÉXICO...



Llegó con su familia a vivir al Fraccionamiento de Echegaray. Entonces, un joven suburbio de las periferias de la ciudad de México, en el municipio de Naucalpan. Una zona de clase media donde convivían familias de profesores universitarios, médicos, directores de escuelas, ejecutivos de nivel medio o comerciantes y empresarios noveles.
Fue a escuela de monjas y asistió a la misa de los domingos, eran los tiempos convulsos de 1968. Ya entonces fueron conocidas sus aspiraciones: quería ser presidenta de México.
Perteneció a las primeras generaciones de estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) cuyas instalaciones se encontraban en el hermoso bosque de Los Remedios. Ahí conoció el Marxismo Leninismo, las arengas de la explanada en la entrada del colegio, las clases con profesores de barba a la Lenin, a la Ernesto "Che" Guevara, la lectura de El Capital y la ilusión de que tarde o temprano llegaría la revolución del proletariado.
¿Ahí conoció el amor? ¿La liberación de la sexualidad, atada al conservadurismo de su familia coahuilense, a su origen escolar de monjas, en ese estallido hormonal cuando las parejitas se iban a recostar en los múltiples jardines buscando el abrazo y el revolcón, donde los cuerpos gritaban la necesidad de sentir?
Del CCH-Naucalpan, con el privilegio del pase automático, pasó a la Facultad de Economía de Ciudad Universitaria. En ese inter, el apetito sexual la hizo casarse por primera vez, pero duro poco el gusto con su primer matrimonio. Su profesor de facultad, Julio Moguel, la eclipsó. Se divorció y, acorde con su conservadurismo, se volvió a casar. La estudiante conquistando al profesor (un historia de novela, escribiría más tarde en su biografía). No sería su último hombre, su última historia apasionada ni su último escalafón político. Con Moguel entró a la ideología maoísta. En ese inter nació su hija y vivió 20 años de matrimonio.
Y amplio su ambición política. Mezcla confusa de querer hacer la revolución y de querer sobresalir, se unió al Partido de los Trabajadores. Fue la época de Rosario Ibarra de Piedra.
También participó en movimiento estudiantil contra el rector Jorge Carpizo. Ahí convivió con Antonio Santos, Imanol Ordorika y Carlos Ímaz (ex esposo de Claudia Sheinbaum y participante en aquel escándalo de Bejarano, el señor de las ligas).
Lo mismo haciendo investigación académica en el Valle del Mezquital, una de las zonas más pobres del Estado de Hidalgo, que metiéndose en los asuntos sindicales de la UNAM, fue construyendo su carrera política. Siempre entre sus frágiles ideales del marxismo y sus necesidades vitales de sobresalir. Se integró al naciente Partido de la Revolución Democrática, del que llegaría a ser presidenta.
Todo ello la llevó a ser jefa de gobierno de la ciudad de México, en sustitución del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien después de la derrota de 1988 contra Carlos Salinas de Gortari no cejaba en continuar la lucha por la presidencia de México.
¿CUÁL ES SU VERDADERA PIEL?
Escribe Humberto Padgett en Sin Embargo (Abril 29, 2013):
"Carlos Salinas de Gortari estaba atónito. Sus ojos brillaban. Cerca del tartamudeo, repetía en la biblioteca de su casa, en el Camino a Santa Teresa del Distrito Federal: “Es muy, muy bueno”. “Con esto están acabados”. Frente a la pantalla era testigo de la secuencia en que René Bejarano, el hombre de las confidencias de Andrés Manuel López Obrador, buscaba bolsas en sus ropas para meterse más y más fajos de billetes. Hasta la liga se llevó.
Esa noche de noviembre de 2003, Salinas pretendía la calma, pero la emoción lo rebasaba. Rosario Robles había preferido quedar afuera de la biblioteca donde Salinas y Carlos Ahumada contemplaban el derrumbe de López Obrador, acérrimo enemigo mutuo.
Rosario, que había llegado a la residencia de noche con lentes oscuros y una enorme mascada para pasar inadvertida, estaba en territorio del hombre que, según ella misma, pero años atrás, había robado la presidencia de la República a su mentor Cuauhtémoc Cárdenas.
Rosario, que había renegado en su juventud de la vía electoral estaba ahí para que la cabeza de López Obrador rodara antes de acercarse más a Los Pinos.
La siguiente escena, contada con detalles de guion cinematográfico, aparece en las páginas 142 y 143 del libro Derecho de réplica, escrito por Ahumada (Grijalbo, 2009).
En la madrugada, antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que he visto en mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y fotografías, entre otros recuerdos. Cuando llegamos a la vitrina donde conserva sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un orgullo portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una escalerita para poder subir por la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales. Yo creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ‘Te luce muy bien."
Después del escándalo con Ahumada, el bombazo con el que Salinas de Gortari quizo hundir a Andrés Manuel López Obrador, de sábanas tibias con olor a pasión consumada con el empresario argentino, de mandar a la chingada a todos y de confirmar su relación con el empresario consentido del perredismo de la época en la ciudad de México, desapareció por un tiempo.
Fue Enrique Peña Nieto quien la rescató del ostracismo. La hizo secretaria de Estado; primero, Secretaria de Desarrollo Social y, luego, de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano. Ambas, secretarias relacionadas con la pobreza y la carencia de millones de mexicanos.
Ahí se destapó. Se hizo arrogante y despectiva. Reía burlándose y respondía con odio a sus detractores. Asistía a los eventos propios de su cargo con vestidos y zapatillas de precios inalcanzables para la mayoría, sus bolsos no bajaban de 20 o 30 mil pesos. Asistente privilegiada a los espacios en Los Pinos, formó parte de la administración federal más corrupta de todas. La investigación sobre la Estafa Maestra (ganadora de algunos de los mejores premios de periodismo nacional e internacional) la involucran.
La revista Proceso acaba de informar que después del terremoto de 2017 decidió trasladar sus oficinas de Paseo de la Reforma a Presidente Masarik (la calle más cara de México). La renta de sus oficinas costaron 11 millones de pesos... al mes. Paradójico, si se sabe que la Secretaria de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano, último cargo que ocupó con Peña Nieto, tenía por función la responsabilidad de casas para gente de escasos recursos económicos.
Ella ha conocido la derrota pero no la tragedia.
¿Qué escribirá en su siguiente página bibliográfica?
¿Un nuevo amor? ¿Un nuevo desprecio?... ¿La cárcel?
Don Diego de la Vega.
Z...

1 comentario:

  1. Vieja ratota e inmoral aparte de prostituta (amante) de un extranjero.

    ResponderBorrar