CREDITO: Manuel Ajenjo
¿Nos vamos a dejar? -pregunta
el líder al grupo. No, de ninguna manera -contesta la aguerrida tropa con
entusiasmo. Compañeras y compañeros -el que habla es el secretario general de
la Aprimex (Asociación Promotora y Reguladora de la Impunidad en México)- como todos estamos
enterados resulta que en el Índice Global de Impunidad 2015, realizado entre 59
países que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nuestro
país, México, apenas alcanzó el segundo lugar y eso, eso es algo que los que
estamos aquí reunidos no debemos, ni podemos permitir. Porque si de algo
debemos sentirnos orgullosos es que en nuestra nación tenemos los mecanismos,
la infraestructura e, inclusive, como bien dijo el presidente Peña Nieto
refiriéndose a la corrupción, la cultura necesaria para ser el primer país del
mundo en los rubros corrupción e impunidad.
Y lo que más coraje da de ese
subcampeonato en impunidad, que si bien no es para sentirnos humillados,
tampoco es como para salir a la calle rumbo al Ángel de la Independencia a
festejarlo, es que el estudio fue realizado
por investigadores, analistas y estudiantes de la Universidad de las Américas
de Puebla. ¡Carajo! ¿Por qué no nos hablaron derecho? ¿Qué acaso no habría
entre ellos un simpatizante de nuestras organizaciones, que tienen como
objetivo la imposición en México de la impunidad y de su secuela, la venturosa
corrupción, que nos hubiera cobrado una buena cantidad de dinero para que
mediante una leve modificación en sus estadísticas hubiésemos alcanzado el
primer lugar? “En política, todo lo que se puede comprar con dinero, es
barato”, dijo sabiamente uno de nuestros Padres Fundadores, el profesor don
Carlos Hank González (aquí los asistentes se ponen de pie y le dedican tres
minutos de aplausos al celebérrimo personaje. Cuando cesan los aplausos el
orador prosigue). Repito: ¿Qué les hubiera costado llegar a un buen arreglo con
nuestras organizaciones, sea la Aprimex que yo represento, o la Confederación
de Amigos de la Corrupción Amada, la famosa CACA, que preside el señor
licenciado don Tomás Yarrington, que de momento se encuentra en el extranjero
por necesidades de su honroso cargos?
Seguramente, los realizadores
de esa mascarada que nos escamoteó el campeonato mundial de impunidad,
pertenecen al grupúsculo antagónico a nuestro gremio, al cada día más estrecho
ámbito de los que se dicen honrados. Y se autonombran así, porque, aquí entre
nos, nunca han tenido oportunidad de
chingarse una lana -y perdón por la expresión vulgar- pero cierta: esos
sepulcros blanqueados que son honrados, lo son porque su insignificancia no les
ha permitido llegar a donde el dinero, quiérase o no, llega. Tal vez estos
auténticos pobres diablos que se enorgullecen de ser honestos y no se
avergüenzan de ser pobres no hayan tenido oportunidad de ser comprados, pero
más tarde que temprano les llegará el momento de ceder a sus paupérrimos
principios. Y si no a ellos, a sus descendientes, porque este mundo es una
inmensa casa del jabonero donde el que no se cae, resbala.
Ese segundo lugar mundial en
impunidad es una llamada de atención para apretar filas en torno a nuestras
instituciones y a nuestros hombres en el poder, para juntos alcanzar en muy
poco tiempo a la república de Filipinas que, por el momento y según el Índice
Global 2015, es quien ostenta el Campeonato Mundial. También debemos cuidarnos
de los que vienen debajo de nosotros apretando fuerte: nuestros hermanos
latinoamericanos los colombianos, que sólo están a una décima. Pero con ellos
la preocupación disminuye porque siempre tendremos modo de arreglarnos para que
no nos alcancen.
Hoy, nuestro objetivo es
Filipinas, que, la verdad, vista desde cualquier perspectiva no tiene con qué
ganarnos. Modestia aparte, somos muy superiores a ellos. Para empezar,
Filipinas es un archipiélago de 7,107 islas, que juntas miden 300,000
kilómetros cuadrados donde habitan 94 millones de seres humanos. Nosotros somos
un país continental de 2 millones de metros cuadrados con una población de 123
millones de seres humanos a quienes tranzar. Pero por ahí tenemos una que otra
isla como las innombrables e invisitables (el orador se refiere a las Islas
Marías que son una colonia penal); las islas Revillagigedo; la isla Bermeja,
que en la época del presidente Zedillo alguien de nuestra cofradía la hizo
perdediza y las islas que pertenecen a dos distinguidos miembros de nuestras
organizaciones don Narcizo Agúndez y el señor ingeniero don Raúl Salinas de
Gortari (al pronunciar el último nombre los asistentes se ponen de pie y
aplauden no con el mismo entusiasmo con el que lo hicieron con el profesor Hank
ni la ovación dura lo mismo. Al ingeniero sólo le aplaudieron minuto y medio.
Hasta en asuntos de impunidad y corrupción hay jerarquías).
¿Alguna pregunta? -interroga
solícito el dirigente. Una mano se levanta. Le conceden la palabra: Yo estoy un
poco nervioso por el asunto del Sistema Nacional Anticorrupción, ¿cómo nos va a
afectar? La asamblea en pleno suelta la carcajada.
Usted tranquilo compañero
-manifiesta el líder- si Filipinas nos la va a persignar, el sistema
anticorrupción nos va a rezar un “Padre Nuestro”. Esta mañana el periódico
Reforma publicó una fotografía en la que se ve a los senadores Carlos Romero
Deschamps y Gerardo Sánchez que, mientras se discutía el precitado sistema para
acabar con la corrupción, ellos ojeaban un catálogo de yates.
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