Por: Arturo
Ruiz, El Súper Cívico.
Sembrar en el desierto, sin contar con
infraestructura hidráulica ni con tecnología agrícola parecería una locura… y
sin embargo, hay muchas personas en nuestro país (y me imagino que en el mundo)
que lo siguen haciendo, con la esperanza del arribo de lluvias de temporal que
pueden o no llegar, pero que cuando llegan permiten una cosecha en esos parajes
inhóspitos y difíciles.
¡Y eso, es un triunfo a esa locura empecinada
del sembrador de tierras muertas!
Así como esos campesinos abren surcos en la
tierra yerma, bajo las inclemencias climáticas, en México, muchos periodistas y
defensores de derechos humanos siembran conciencias y alimentan libertades día
a día, y lo hacen porque en sus conciencias prevalece el humanismo, el espíritu
de la justicia y la verdad como brújula de sus existencias.
Ellos son auténticos sembradores de luces que
no siempre brillan, pero que cuando lo hacen, iluminan el pensamiento de muchas
personas, las más de la veces desconocidas y anónimas.
Esta perseverancia en escribir de forma libre
y critica y en defender desde los derechos humanos básicos hasta los derechos
sociales, económicos y de acceso a la tecnología, implican una lucha
permanente, ardua, en un país en donde la clase política y los poderes facticos
han establecido sus privilegios con base a la opacidad y en el control de la
información.
Por eso son admirables los periodistas libres
y los defensores de los derechos humanos y cabe decir que en México no hay
espacio para la desesperanza de los espíritus libres, porque si ellos callan o
se retiran, en esa medida el país cederá ante quienes se apoyan en el
periodismo chayotero y mercenario, además de que los derechos humanos seguirían
siendo violentados por gobernantes y autoridades sin escrúpulos ni principios
éticos.
Y comento esto ante la evidencia (no novedad)
de que en México se espía a periodistas, defensores de derechos humanos y otros
personajes que tienen incidencia en la vida política y social del país.
Y digo que no es novedad, porque ya con
anterioridad se había dado a conocer que algunos gobiernos estatales, como el
gobierno panista de Baja California, así como dependencias de inteligencia
política y de seguridad nacional, habían adquirido tecnología para espiar a sus
opositores y líderes de opinión. Tal como en su momento lo publicaron para el
caso de Baja California, tanto el Semanario ZETA, como 4 Vientos , entre otros
medios.
De ahí la insistencia casi suplicante de que
no entre ni el desánimo, ni la desesperanza entre los periodistas y defensores
de los derechos humanos, sabemos que el precio que ellos pagan es alto… vivir
castigados económicamente, amenazados e incluso calumniados.
Pero su vocación libertaria debe continuar,
porque si su voz y sus letras se callan, el pueblo quedara en gran parte
inerme, ante los gobernantes y criminales que aspiran a una sociedad callada y
sumisa.
¿Pero qué hacer ante esta nueva evidencia de
espionaje? ¡Quejarse en redes sociales no basta!
Creo, por tanto, que se hace necesaria la
solidaridad de los ciudadanos comunes y corrientes como un servidor, para
iniciar una exigencia ante la autoridad para que este espionaje sea detenido y
que se castigue a los autores intelectuales de esta actividad.
Es necesario también, elevar una iniciativa
ciudadana para exigir que se sancione con severidad el espionaje ilegal y
defender el derecho a la privacidad de las personas.
Si no lo hacemos, el día de mañana, todos seremos
victimas de nuestra propia apatía y estaremos en manos de tiranos que pueden
infiltrarse en nuestras comunicaciones y vida privada.
Y si eso sucede… pues será el costo de no
haber hecho nada para impedirlo… ¿O no?
P.D. (Quedo abierto en inbox o en la
redacción de 4 Vientos, por si hay interesados en avanzar con acciones
concretas, porque callado y quieto, el Súper Cívico no va a quedar).
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