Por: Arturo Ruiz #elsupercivico
Me cuestionan algunos conocidos y no en mal tono, que
cómo es posible aspirar a ser gobernador si no he tenido éxito en la vida.
Y eso me hace reflexionar, para mucha gente, el éxito
es la acumulación de bienes materiales y contar con una jugosa cuenta de dinero
en el banco. Vestir a la moda, traer joyas adheridas al cuerpo y acudir a los
sitios más exclusivos.
Pues esa medida del éxito a mí no me va, ni me
convence.
Yo conozco personas exitosas y felices con su vida,
gente sencilla y buena que vive en el campo, en las ciudades y que sabe vivir
su vida.
El éxito medido en pesos, centavos y bienes muebles e
inmuebles, está bien para algunas personas, pero no es la medida para todas.
No sé si me consideren como no exitoso, pero no
importa, si entienden por lo menos que no soy un oportunista corrupto, ni un
hipócrita mentiroso.
Porque para mí, mi éxito y mi fortuna son las vidas de
mis hijos y el respeto que tengo para cada uno de ellos.
Mi forma de entender el éxito personal, es saber
honrar la vida y memoria de mis padres y familiares y respetar a todas las
personas, excepto a los tiranos, caciques y explotadores de la inocencia,
debilidad o ignorancia humana.
Mi éxito es haber sabido amar, querer y crecer con la
sana honestidad que da el brindar lo mejor de uno mismo, aunque no sea lo que
otros esperan.
No creo en la perfección, esa; solo corresponde a los
dioses inventados para asentar dogmas.
Creo en dios, como creo en la unidad, en donde dios es
todo y está en todo… en la roca, el sol, la planta, el insecto, en el ojo y la
mirada del ser amado.
Y por ello para respetar al gran arquitecto del
Universo, se debe respetar a todos, a todo y no pensarse superior a nadie, ni a
nada.
Que digan que no soy exitoso no me lastima.
Yo tengo mi propio tesoro, mi ser, mi vida, mis amores
y mi destino.
Y con eso, me siento capaz de aspirar a ser un
gobernador eficaz, eficiente y honesto, articulando a la sociedad civil y
transparentando el uso del dinero público.
Dándole prioridad a las familias de los desaparecidos,
sancionando a los corruptos y delincuentes y apoyando a los productores del
mar, el campo y las ciudades.
Gobernar, atendiendo a los más necesitados y no
sometiendo el poder público al reinado del dinero.
Ese es mi sueño, y yo lucho por lo que sueño y por lo
que amo… Y sí, yo amo a mi pueblo porque soy parte de él.
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